¿Cómo se puede huir de todo sin
moverte del sitio? ¿Cómo puedes seguir adelante si no sabes en que
dirección estás? Si estás desubicada y no sabes cuál es tu norte
o tu sur. Te miras al espejo y le sonríes, intentas que te diga que
estas bien, no lo hace. Esta vez el espejo te refleja la lágrima que
va cayendo por tu mejilla acompañada de otra más. Te apartas y
coges lo primero que pillas, necesitas desahogarte y sabes como.
Empiezas a escribir. Las palabras salen desordenadas, cada letra
parece pertenecer a un tipo de fuente distinta. No hay orden en tus oraciones,
tampoco en tu cabeza. Te tranquilizas, o eso crees, pero entonces la
mano se dispara y con rabia hace enormes tachones sobre lo que has escrito como quien le da al
botón de “eliminar todo “ en el móvil. Las lágrimas aumentan,
al igual que la presión.
Tu cerebro quiere estallar, tu mente
descansar mientras tú lo único que haces es volver a estudiar.